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GENERAL DE DIVISION DON JUAN GREGORIO LAS HERAS

De «Soldados Ilustres del Ejército de Chile» por

el Tte. Crl. EDMUNDO GONZALEZ SALINAS

 

Nació en Buenos Aires, el 11 de julio de 1780. Tenía 26 años, en 1806, cuando se incorporó en el Ejército de Buenos Aires, como simple soldado de una de las compañías del comercio constituidas para resistir las invasiones inglesas. Su padre, un comerciante respetable, fue uno de los organizadores de esos cuerpos de voluntarios. Ascendido a sargento 1º por su heroico valor en la defensa de la ciudad, pasó a servir en una unidad de Húsares de reciente creación y poco después fue nombrado capitán de milicias en la ciudad de Córdoba. En 1812 se le designó comandante en propiedad de la guarnición acantonada en la ciudad universitaria de la colonia.

Fue uno de los primeros jefes militares argentinos que vino a Chile a combatir por nuestra independencia. A mediados de 1813, efectivamente, el Gobierno argentino dispuso el envío de un destacamento de 300 hombres para auxiliar a Chile en su lucha contra las fuerzas del rey de España. Los auxiliares marcharon a reunirse con la división Mackenna y el mayor Las Heras pudo cubrirse de gloria en Cucha-Cucha, el 23 de febrero de 1814 y en Membrillar, el 20 de marzo. En el resto de la campaña —paso del Maule, Tres Montes y Quechereguas— se distinguió igualmente y mereció escudos de honor del Gobierno de Chile y el grado de teniente coronel, concedido por las autoridades de Buenos Aires. Por ausencia del coronel D. Marcos González Balcarce, comandante de la división auxiliar, quedó ésta bajo las órdenes del distinguido teniente coronel.

A raíz del tratado de Lircai se retiró con su tropa a Aconcagua en el invierno de ese año y allí esperó la apertura de la cordillera para volver a su patria. Ocurrió entonces la invasión de Osorio, el glorioso cuanto desgraciado sitio de Rancagua y la reconquista española. Los patriotas debieron emigrar a Mendoza y Las Heras cooperó eficazmente a facilitar la retirada, batiéndose con las avanzadas del perseguidor.

En Mendoza contribuyó a la organización del Ejército de los Andes, lo que le valió el grado de coronel en enero de 1817. En los días de la invasión obtuvo, al frente de la 1* columna de ese Ejército, las victorias de Potrerillos, Guardia Vieja y Los Andes. Combatió, también, en Chacabuco y —posesionados los patriotas de la capital de Chile— el general San Martín envió una división al sur al mando del coronel Las Heras. Al frente de ella obtuvo las victorias de Curapaligüe y de Gavilán y participó en el fracasado asalto de Talcahuano.

Su acción militar más memorable fue la salvación de la división de su mando en el desastre nocturno de Cancha Rayada: Las Heras conservó su sangre fría, reunió su tropa y dispuso esa admirable retirada hacia el norte, que dio por fruto la salvación de la casi totalidad del Ejército patriota de entonces. En la batalla de Maipo renovó su lucida actuación, por lo cual fue nombrado coronel del Ejército de Chile y miembro de la Legión de Mérito, creada por el Director O’Higgins en 1817. En junio de 1820 fue designado coronel general (general de brigada), casi simultáneamente por los gobiernos de Chile y de Buenos Aires y él Director O’Higgins lo nombró, además, Jefe del Estado Mayor del Ejército Libertador.

En la Expedición Libertadora del Perú prestó de nuevo sus importantes servicios no sólo como jefe militar sino como consejero del gobierno independiente creado en el nuevo estado libre. A su dirección estuvo confiado el sitio de los castillos del Callao en circunstancias que era necesario batirse cada día y luchar con enemigos esforzados y —sobre todo— con la resistencia que oponían las más formidables fortificaciones del Pacífico. La República del Perú premió sus servicios con el despacho de Gran Mariscal (febrero de1821) y con la medalla concedida a sus libertadores.

Regresó a Chile a comienzo de 1823 y pasó a Buenos Aires a prestar sus servicios en la organización de la República. Fue elegido gobernador y capitán general de la provincia de Buenos Aires (abril de 1824). Al separarse del Gobierno (mayo de 1826) resolvió establecerse para siempre en Chile. Habiéndose negado a reconocer a las autoridades nacidas en la revolución de 1830 fue dado de baja en el escalafón del Ejército. Una ley del Congreso le devolvió en 1842 el goce de sus títulos y honores. «Serán rehabilitados a sus grados y empleos —decía el artículo 1º de la ley de 6 de octubre del año citado— los generales, jefes y oficiales separados del servicio a consecuencias de los acuerdo del congreso de plenipotenciarios, de 9 de marzo y 15 de abril de 1830, y de los decretos del gobierno del mismo año».

En 1861 el Gobierno lo llamó a desempeñar el cargo de Inspector General del Ejército. Presentó la renuncia en 1863 y no fue aceptada, por estimarse que sus servicios «son cada día más necesarios por el celo e inteligencia con que desempeña este destino». (28 de abril).

Falleció en Santiago, el 7 de febrero de 1866.

«El Ferrocarril» decía en su artículo editorial: —»Su muerte será un dolor americano, porque Las Heras como hombre de guerra y como hombre de corazón, como soldado, como ciudadano, como patriota pertenecía a América. Su espada había contribuido al nacimiento de tres pueblos y de tres repúblicas, a la consolidación de esa empresa de gigantes que se llama la independencia americana. Por eso, su gloria, si es chilena, si es peruana, si es argentina, es ante todo y sobre todo americana. Como su gloria era también su corazón. Su patria estaba en todas partes, su patria era un mundo».

Advierte más adelante: —»Jamás hubo nada que discutir en esa vida; no hubo sino aplaudir y admirar. Así la posteridad pudo llegar sin temor para él antes que la muerte y pudo escuchar su fallo para él y para sus camaradas de campamento, de causa y de victoria».

«Las Heras fue siempre el soldado de la libertad. Su fe en ella jamás sufrió desfallecimiento. Esto explica la perpetua juventud de sus ideas, sus tendencias y sus aspiraciones. El progreso no le deja atrás, siempre le encuentra en la primera fila. Sólo su cuerpo sentía el peso de los años y de las campañas».

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