LA TRAVESÍA DE LA CORDILLERA ANDINA POR PARTE DEL EJÉRCITO UNIDO DE LOS ANDES, EN UN SINTÉTICO Y DIDÁCTICO RELATO DEL EJÉRCITO DE CHILE
DOS PUEBLOS UNIDOS POR EL DESEO DE LA LIBERTAD.
La conquista de la independencia no fue fácil para nuestro pueblo ni para nuestros vecinos de Argentina, entonces conocida como las Provincias Unidas de La Plata.
En 1817, el Imperio Español contaba con su bastión más poderoso de las Américas en Perú, el cual, gracias a sus puertos del Pacífico, podía recibir un flujo casi inagotable de refuerzos desde Europa. La guerra en Chile, iniciada en 1813, tomó un vuelco trágico con la restauración del domino realista tras el Desastre de Rancagua el 1 y 2 de octubre de 1814.
Por su parte, con las sucesivas derrotas en Ayohuma en 1813 y Sipe-Sipe en 1815, las fuerzas republicanas de las Provincias Unidas del Río de la Plata fueron expulsadas del Alto Perú, actual Bolivia, quedando amenazada la provincia de Salta. Fue ante este desolador panorama estratégico que surgió el Ejército de los Andes, el cual en una campaña brillante y sin precedentes, dio un vuelco estratégico total al liberar Chile, lo que permitió asegurar las Provincias Unidas del Río de la Plata y preparar la invasión que expulsaría a los españoles de Perú garantizando la independencia de nuestros pueblos.
Este Ejército de los Andes fue una realidad gracias al genio militar del general José de San Martín y la inestimable ayuda de nuestro héroe nacional, el brigadier Bernardo O’Higgins Riquelme, quienes, en una época de caudillismos que segregaban a los patriotas, comprendieron la necesidad de formar un frente unido para derrotar al Imperio Español.
PREPARACIÓN EN MENDOZA.
La génesis del Ejército fue una de las mayores proezas del genio militar de la época. Si bien el célebre Plan Maitland británico había predicho que Perú sólo podía atacarse desde Chile, no existían antecedentes para la colosal tarea de reclutar, apertrechar y entrenar en América una fuerza militar capaz de embarcarse en tan difícil objetivo.
El General San Martín tuvo la visión y voluntad para crear dicho ejército y guiarlo a la victoria. En enero de 1814, había sido nombrado sucesor de Belgrano al mando del Ejército del Norte. Sin embargo, pronto vio la inutilidad de realizar campañas en las regiones montañosas del Alto Perú. Por lo tanto, dimitió a su cargo para ser nombrado gobernador de la provincia de Cuyo, con el objetivo de formar su ejército en Mendoza.
La creación del Ejército de los Andes se realizó entre principios de 1815 y fines de 1816. Primero, San Martín convenció a la población de la importancia de la independencia. Esto significó reclutar soldados para cruzar distancias enormes y luchar en Chile y Perú, en una campaña que los alejaría de sus hogares durante años. Por otra parte, Mendoza, ubicada en una zona árida, no contaba ni con puertos para importar armamento ni con la fértil pampa húmeda para alimentar a las tropas. La ciudad fue militarizada, volcando todos sus medios a la producción de pertrechos militares.
El Ejército contó con 3.778 soldados de tropa, incluyendo 1.512 soldados regulares
y 2.266 esclavos negros libertos, muy apreciados por San Martín, además de 1.392 auxiliares. Múltiples fuentes dan la cifra de 1.200 patriotas chilenos. Esta hueste requirió de un amplio apoyo logístico y administrativo.
La remonta fue de 1.600 caballares y 9.191 mulares, ya que se esperaba una gran mortandad de mulas en los Andes. La ausencia alimentos en la ruta obligó a llevar ganado en pie para faenarlo durante el cruce. Se acumuló armamento, función donde destacó Fray Luis Beltrán organizando la fabricación y reparación de artillería. También se requirieron pólvora, armas blancas y de fuego, ponchos y vestuario. La población de Mendoza soportó el costo y esfuerzo gracias al liderazgo y la capacidad administrativa de San Martín.
LAS RUTAS DE LA INVASIÓN Y LAS COLUMNAS DEL EJÉRCITO LIBERTADOR.
El cruce debió hacerse en distintas columnas principales y secundarias. La columna principal, con destino a Santiago, partió el 17 de enero de 1817. Se dividió en tres grupos: 1.300 hombres en vanguardia al mando del Brigadier Mayor Miguel Estanislao Soler; seguidos de 1.000 hombres al mando de O’Higgins, y, finalmente, 200 hombres al mando de San Martín, quien partió de los últimos por estar a cargo de la trascendental labor de controlar la salida de los diversos grupos de tropas. Esta columna, con el grueso del ejército, cruzó la cordillera por el Paso de los Patos.
El 18 de enero partió el Brigadier Juan Gregorio de Las Heras con 800 hombres, también con destino a Santiago, pero cruzando por el paso de Uspallata, único lugar por donde podía pasar la artillería.
Adicionalmente, otras columnas realizaron tareas de diversión para encubrir el esfuerzo principal. El Teniente Coronel Juan Manuel Cabot partió el 12 de enero con 140 hombres a tomar Coquimbo y la Serena; El 14 de enero, el Teniente Coronel Ramón Freire guió a un centenar de soldados a capturar Curicó y Talca. El Coronel Francisco Zelada y el Capitán Nicolás Dávila salieron el 15 de enero a ocupar Copiapó con 200 efectivos. Finalmente, el 19 de enero, el Capitán José León Lemus encabezó un destacamento de sólo 25 soldados y 30 milicianos para tomar Portillo de los Piuquenes, en el Cajón del Maipo, para distraer a los realistas haciéndoles creer que eran la vanguardia del ejército.
LOS COMBATES DE LA CAMPAÑA.
Pronto el Ejército de los Andes entraría en acción. Su bautismo de fuego fue el 24 de enero en el Combate de Picheuta, cuando la vanguardia de Las Heras se enfrentó a exploradores realistas. Al día siguiente, Las Heras logró despejar su camino y contactar a la columna principal tras vencer en el combate de los Potrerillos.
El 4 de febrero se libró el combate de La Guardia, con otra victoria patriota, esta vez junto al río Juncal. El mismo 4 de febrero se luchó el combate de las Achupallas, un complejo enfrentamiento en que los realistas fueron desalojados por el Mayor de Ingenieros Antonio Arcos de sus fuertes posiciones en altura. Después, el 7 de febrero, fuerzas patriotas lograron una victoria en inferioridad numérica en el combate de Las Coimas.
Terminado este combate, se unieron las columnas de Los Patos y Uspallata y se concentraron las tropas en Curimón. Finalmente, esta brillante campaña terminó con la victoria definitiva el 12 de febrero de 1817 en la Batalla de Chacabuco. Chile ganó su independencia y se abrió la posibilidad de liberar Perú. La hermandad chileno-argentina, forjada en la guerra por la libertad, quedó sellada para siempre.
UN PUEBLO QUE DESCONOCE, IGNORA Y OLVIDA SU HISTORIA, SU PASADO, SUS ANCESTROS, SUS COSTUMBRES, SUS PERSONAJES, SUS INSTITUCIONES, SU CULTURA Y SUS TRADICIONES, ES UN PUEBLO SIN ALMA, SIN IDENTIDAD, SIN COMPROMISO, SIN ARRAIGO, SIN PERTENENCIA Y SIN FUTURO…
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