«

»

ENCUENTRO DE SU SANTIDAD EL PAPA FRANCISCO, CON LOS JÓVENES, EN LA EXPLANADA DEL SANTUARIO NACIONAL DE MAIPÚ

EN EL MARCO DE SU VISITA PASTORAL A CHILE, EL SUMO PONTÍFICE LLEGÓ HASTA LA HISTÓRICA TIERRA DE MAIPÚ, LA TARDE DEL 17 DE ENERO DE 2018.

“ME ALEGRA QUE ESTE ENCUENTRO SE REALICE AQUÍ EN MAIPÚ. EN ESTA TIERRA DONDE CON UN ABRAZO DE FRATERNIDAD SE FUNDÓ LA HISTORIA DE CHILE”…

 

Eran aproximadamente las 17.00 horas del miércoles 17 de enero de 2018, cuando el Papa Francisco arribó hasta el centro de la comuna de Maipú, donde la intersección de la Avenida 5 de Abril con la calle monumento, abordó el ‘papamóvil’, que lo condujo hasta el Templo Votivo de Maipú, en medio de las fervorosas aclamaciones y saludos de la muchedumbre, reunida a lo largo de nuestra principal arteria local.

El Sumo Pontífice hizo su ingreso a la gran explanada del Santuario Nacional de Maipú, siendo recibido por aclamaciones, vivas y cánticos de la juventud allí reunida, que aunque no en la cantidad inicialmente esperaba, los allí congregados, calculados en 30 mil personas, mostraban gran entusiasmo y alegría, mientras el vehículo recorría el recinto con un Papa sonriente, saludando y respondiendo al afecto y cariño de los jóvenes.

Un ambiente caracterizado por la alegría y la espontaneidad encontró el Sucesor de Pedro en la explanada del Templo Votivo de Maipú, donde se realizó este “Encuentro con los Jóvenes”. Las actividades habían comenzado mucho antes, ya que desde el mediodía hubo animación, lectura del Evangelio, oración, reflexión, videos y actos artísticos. Incluso, en el programa se incluyó la presentación del himno oficial de la visita del Papa interpretado por Américo.

El Papa, tras descender de su vehículo descubierto, se desplazó hacia el lugar del estrado preparado para la ocasión, de gran simpleza y sobriedad, complementado solamente con la Cruz de Chile monumental y la histórica Imagen de la virgen del Carmen que se venera en el Santuario, coronada por el Papa Juan Pablo II, durante su visita del 3 de abril de 1987.

En este corto trayecto y mientras alzaba sus manos para saludar a la multitud, el Papa recibió el saludo y acompañamiento del Rector del Santuario, Padre Carlos Cox Díaz. Luego el ilustre visitante compartió un afectuoso saludo con la Alcaldesa de Maipú, señora Kathy Barriga, acompañada de su espeso el Diputado Joaquín Lavín León y del hijo menor de ambos.

 

 

SALUDO Y BIENVENIDA.

La bienvenida al encuentro y el saludo al Santo Padre, lo entregó Ariel Rojas, quien en la ocasión expresó textualmente lo siguiente:

“Querido Papa Francisco. Cuando supimos que Su Santidad venía a nuestro encuentro, nos sentimos gozosos con la noticia, como Juan Bautista cuando saltó en el vientre de su madre Isabel cuando la Virgen María la fue a visitar. Una expresión de ese gozo es que hoy mismo estamos en comunión con todo Chile, festejando y anunciando a un Cristo Vivo, que se hace presente en cada uno de nosotros, por pura gracia suya.

Su visita, querido Papa Francisco, nos viene muy bien, por tantas cosas que están ocurriendo en nuestro país y en nuestra vida eclesial. En primer lugar, agradecerle que haya hecho espacio en su apretada agenda para encontrarse con nosotros, el mundo juvenil, en especial en este tiempo previo al Sínodo de los Obispos, cuya temática somos nosotros.

En segundo lugar, Santo Padre, estamos viviendo un momento pre sinodal en todas las diócesis del país, respondiendo a nuestros Pastores que nos han invitado a caminar juntos.

Usted lo ha mencionado muchas veces, los jóvenes deben ser los protagonistas del cambio, de una sociedad más justa, que se preocupe del débil, que aprecie el valor de la vida, que pueda gustar el amor de Dios en cada hermano y hermana, nacido en nuestro país o nacido en el otro extremo del mundo. Jóvenes que puedan denunciar la injusticia, y que se comprometan con un mundo mejor, con una alegría que no acaba, y que se renueva cada día, porque es Dios mismo quien riega la planta de la fe.

En esta tarde, querido Papa Francisco, usted se encuentra sin duda en un Chile distinto al que recibió al Papa Juan Pablo II hace 30 años, pero estoy seguro de que hay algo que no ha cambiado, y eso es el cariño y afecto a Su Santidad, porque las chilenas y chilenos, jóvenes, niños, adultos y ancianos, reconocemos en usted un modelo de vida, un modelo de amor, un modelo de Cristo viviente. Como queremos contar con su sabiduría y conducción por mucho tiempo más, quiero comprometer a toda la juventud aquí presente a rezar por usted, queremos sostenerlo en la fe, para que considere siempre en el ejercicio de su ministerio, que hay un país, largo y angosto, con una diversidad de personas y de climas, que no lo dejará solo, y que será su respaldo cuando se sienta agotado por sus infinitas tareas como Sucesor de Pedro, el Papa, nuestro Papa”.

 

CRUZ DE CHILE.

Seguidamente, María José Rivas y otros jóvenes presentaron al Papa la Cruz de Chile, conocida también como Cruz de Maipú, pues nació en este lugar, de color azul, con la estrella blanca, que el Sumo Pontífice completó colocando en ella la cinta roja.

Posteriormente se dio lectura a un trozo del Evangelio de San Juan  a la que siguió de inmediato el mensaje del Santo Padre a los jóvenes, a quienes agradeció el poder compartir con ellos,  y el que estuvo en todo momento enriquecido con salidas del texto preparado y de diálogos con la multitud.

 

¿QUÉ HARÍA CRISTO EN MI LUGAR?

El siguiente fue el mensaje dirigido por el Papa Francisco a la juventud reunida en la explanada del Santuario Nacional de Maipú.

“Yo también Ariel estoy gozoso de estar con ustedes. Gracias por tus palabras de bienvenida y de todos los presentes. Igualmente estoy agradecido de compartir este tiempo con ustedes; que según leía ahí

se bajaron del sofá y se pusieron los zapatos. Gracias. Considero para mí importante encontrarlos y caminar  juntos un rato, ¡que nos ayudemos a mirar hacia delante!  Y creo también para ustedes es importante. Gracias.

Y me alegra que este encuentro se realice aquí en Maipú. En esta tierra donde con un abrazo de fraternidad se fundó la historia de Chile, en este Santuario que se levanta en el cruce de los caminos del Norte y del Sur, que une la nieve y el océano, y hace que el cielo y la tierra tengan un hogar. Hogar para Chile, hogar para ustedes queridos jóvenes, donde la Virgen del Carmen los espera, los recibe con el corazón abierto. Así como acompañó el nacimiento de esta

Nación y acompañó a tantos chilenos a lo largo de estos doscientos años, quiere seguir acompañando esos sueños que Dios pone en vuestro corazón: sueños de libertad, sueños de alegría, sueños de un futuro mejor. Esas ganas, como decías vos Ariel, de “ser los protagonistas del cambio”. Ser protagonistas. La Virgen del Carmen los acompaña para que sean los protagonistas del Chile que sus corazones sueñan. Yo sé que el corazón de los jóvenes chilenos sueña, y sueña a lo grande, no solo cuando un poco “curaditos”, siempre sueñan a lo grande. Porque de estas tierras han nacido experiencias que se fueron expandiendo y multiplicando a lo largo de diversos países de nuestro continente. ¿Quiénes las impulsaron? Jóvenes como ustedes que se animaron a vivir la aventura de la fe. Porque la fe provoca en los jóvenes sentimientos de aventura que invita a transitar por paisajes increíbles, paisajes nada fáciles, nada tranquilos… pero a ustedes les gustan las aventuras y los desafíos.

Excepto los que no se llegaron a bajar del sofá, bájenlos rápido y así podemos seguir, ustedes que son especialistas y le ponen los zapatos.

Es más, se aburren cuando no tienen desafíos que los estimulen. Esto se ve claramente, por ejemplo, cada vez que sucede una catástrofe natural: tienen una capacidad enorme para movilizarse, que habla de la generosidad de sus corazones. Gracias. Y quise empezar con una referencia a la Patria… porque el camino hacia adelante, los sueños tiene que ser concretados, el mirar siempre hacia el horizonte se tiene que hacer con los pies en la tierra y sí se empieza con los pies en la tierra de la patria. Y si ustedes no aman a su patria, yo no les creo que lleguen a amar a Dios. El amor a la patria es un amor a la madre, la llamamos “madre patria” porque aquí nacimos, pero ella misma –como toda madre- nos enseña a caminar y se nos entrega para que la hagamos sobrevivir a otras generaciones. Por eso quise empezar con esta referencia de la madre, de la madre patria. Si no son patriotas    –no patrioteros- no, patriotas, no van a hacer nada en la vida. Quieran a su tierra chicas y chicos, quieran a su Chile, den lo mejor de ustedes por su Chile.

En mi trabajo como obispo, puedo descubrir que hay muchas, pero muchas, buenas ideas en los corazones y en las mentes de los jóvenes.  Eso es verdad. Ustedes son inquietos, buscadores, idealistas. ¿Saben quién tiene problemas? El problema lo tenemos los grandes que cuando escuchamos estos ideales e inquietudes de los jóvenes, con cara de sabiondos, decimos: «piensa así porque es joven, ya va a madurar» o peor ya se va acorromper. Y eso es verdad. Detrás del “ya va a madurar” contra las ilusiones y los sueños se esconde el tácito “ya se va a corromper”. Cuidado con eso. Madurar es crecer y hacer crecer los sueños, hacer crecer las ilusiones, no bajar la guardia y dejarse comprar por unas chirolas. Eso no es madurar, así que cuando los grandes pensamos eso, no les hagan caso.

Pareciera que en estas llamadas a madurar nosotros los grandes donde parece que le tiramos una frazada mojada encima para hacerlos callar, se escondiera que madurar es aceptar la injustica, es creer que nada podemos hacer. Que todo siempre fue así. Para qué vamos a cambiar si siempre fue así, si siempre se hizo así, eso es corrupción. Madurar, la verdadera madurez, es llevar adelante los sueños, las ilusiones de ustedes juntos, confrontándose mutuamente, discutiendo entre ustedes, pero siempre mirando para adelante. No bajando la guardia, no vendiendo esas ilusiones. ¿Está claro?

Teniendo esto en cuenta, esta realidad de los jóvenes, es porque se va a realizar este año. He convocado el Sínodo de la fe y el discernimiento en ustedes y, además el Encuentro de jóvenes –porque sínodo lo hacemos los obispos. Pensamos sobre los jóvenes, pero ya saben le tengo miedo a los filtros, porque a veces las opiniones de los jóvenes para viajar a Roma tienen que hacer varias conexiones y esas propuestas pueden llegar muy filtradas, no por las compañías aéreas sino por las que las transcriben. Por eso antes quiero escuchar a los jóvenes, y por eso se hace ese encuentro de jóvenes. Un encuentro dónde ustedes van a ser protagonistas. Jóvenes de todo el mundo, jóvenes católicos, y jóvenes no católicos. Jóvenes cristianos y de otras religiones. Y jóvenes que no saben si creen o no creen. Todos, para escucharlos, escucharnos, directamente. Porque es importante que ustedes hablen, que no se dejen callar. A nosotros nos toca el ayudarlos a que sean coherentes. En ese trabajo los vamos a ayudar, pero si ustedes no hablan ¿cómo los vamos a ayudar? Que hablen con valentía y que digan lo que sienten. Eso lo van a poder hacer en esasemana de encuentro, previa al Domingo de Ramos, que vendrán delegaciones de todo el mundo. Que nos ayudemos a que la Iglesia tenga un rostro joven.

Una vez uno, hace poco, me decía “yo no sé si hablar de la santa madre Iglesia (hablaba de un lugar especial) o de la santa abuela Iglesia” No, la Iglesia debe tener un rostro joven. Y eso ustedes tienen que darlo. Pero claro con rostros jóvenes reales, lleno de vida, no precisamente joven por maquillarse con cremas rejuvenecedoras, no eso no sirve, sino joven porque desde su corazón se deja interpelar, y eso es lo que nosotros, la santa madre Iglesia necesita de ustedes. Necesitamos que nos interpelen. Después prepárense para la respuesta. Pero necesitamos que nos interpelen. La Iglesia necesita que ustedes saquen el carnet de mayores de edad. Espiritualmente mayores y tengan el coraje de decirnos: esto me gusta, este es el camino que me parece que hay que hacer. Esto no va, esto no es un puente, es una muralla. Que nos digan lo que sienten, lo que piensan y eso lo elaboren entre ustedes, en los grupos de ese encuentro y después eso irá al sínodo, que ciertamente habrá una representación de ustedes, pero el sínodo lo harán los obispos, con la representación de ustedes que recogerá todo. Así que prepárense para ese encuentro y a los que vayan a ese encuentro, darles sus ideas, sus inquietudes, lo que vayan sintiendo en su corazón.

¡Cuánto necesita de ustedes la Iglesia, la Iglesia chilena, que nos “muevan el piso” y nos ayuden a estar más cerca de Jesús! Eso

es lo que les pedimos. Que nos muevan el piso si estamos instalados y nos ayuden a estar más cerca de Jesús.

Las preguntas de ustedes, el querer saber de ustedes, el querer ser generosos son exigencias para que estemos más cerca de Jesús. Y todos estamos invitados una y otra vez a estar cerca de Jesús.

Si una actividad, si un plan pastoral, si este encuentro no nos ayuda a estar más cerca de Jesús, perdimos el tiempo, perdimos una tarde, horas de preparación. Que nos ayuden a estar más cerca de Jesús. Y eso se lo pedimos a quien nos puede llevar de la mano, la miramos a la madre. Cada uno en su corazón le diga algunas palabras y ella que es la primera discípula, que nos ayude a estar más cerca de Jesús, desde el corazón, cada uno .

Déjenme contarles una anécdota. Charlando un día con un joven le pregunté que lo ponía de mal humor. ¿A vos que te pone de mal humor? Porque el contexto se daba para hacer esa pregunta.

Él me dijo: “cuando al celular se le acaba la batería o cuando pierdo la señal de internet». Le pregunté “¿Por qué?”. Me responde, Padre, es simple, me pierdo todo lo que está pasando, me quedo fuera del mundo, como colgado. En esos momentos, salgo corriendo a buscar un cargador o una red de wifi y la contraseña para volverme a conectar”. Esa respuesta me enseñó. Me hizo pensar que con la fe nos puede pasar lo mismo. Todos estamos entusiastas, la fe se renueva. Que un retiro, que una predicación, que un encuentro, que la visita del Papa, la fe crece…pero después de un tiempo de camino o del “embale” inicial, hay momentos en los que sin darnos cuenta comienza a bajar “nuestro ancho de banda”, despacito y aquel entusiasmo, aquel querer estar conectado Jesús se empieza a perder y empezamos a quedarnos sin conexión, sin batería, y entonces nos gana el mal humor, nos volvemos descreídos, tristes, sin fuerza, y todo lo empezamos a ver mal. Al quedarnos sin esta «conexión» que le da vida a nuestros sueños, el corazón comienza a perder fuerza, a quedarse también sin batería y como dice esa canción: “el ruido ambiente y soledad de la ciudad nos aíslan de todo. El mundo que gira al revés pretende sumergirme en él ahogando mis ideas”. ¿Les pasó esto alguna vez? Cada cual se contesta adentro, no quiero hacer pasar vergüenza a los que no les pasó. A mí me pasó.

Sin conexión, sin la conexión con Jesús, terminamos ahogando nuestras ideas, nuestros sueños, nuestra fe y nos llenamos de mal humor. De protagonistas -que lo somos y lo queremos ser- podemos llegar a sentir que vale lo mismo hacer algo que no hacerlo. “Para que te vas a gastar, mira”, el joven pesimista. “pásala bien”, “Dejá todas estas cosas, ya saben cómo terminan”, “el mundo no cambia”, “tomarlo con soda y andá para adelante”. Y quedamos desconectados de lo que está pasando “en el mundo”. Comenzamos a sentir que  quedamos “fuera del mundo”, En mi mundito donde estoy tranquilo, en mi sofá.

Me preocupa cuando, al perder “señal”, muchos sienten que no tienen nada que aportar y quedan como perdidos. Pará, vos tenés algo que dar. “No mirá esto es un desastre” Yo trato de estudiar, tener título, casarme, pero basta no quiero líos. Y termina todo mal. Eso es cuando se pierde la señal.

Nunca pienses que no tienes nada que aportar o que no le haces falta a nadie. Le haces falta a mucha gente. Y esto pensarlo, cada uno de ustedes piénselo en el corazón. “Yo le hago falta a mucha gente” Ese pensamiento, como le gustaba decir a Hurtado, “es el consejo del diablo”, no le hago falta a nadie, que quiere hacerte sentir que no vales nada… pero para dejar las cosas como están. Por eso te hace sentir que no vales nada. Para que nada cambie. Porque el único que puede hacer un cambio en la sociedad, es el joven. Uno de ustedes. Nosotros ya estamos del otro lado.

Todos somos importantes, tenemos algo que aportar. Un momento de silencio cada uno se pregunta, enserio mírense en su corazón. ¿Qué tengo yo para aportar en la vida?

Cuantos de ustedes sienten ganas de decir, no sé. ¿No sabé lo que tenés para aportar? Lo tenés adentro, y no lo conocés, apúrate a encontrarlo. Para aportar, el mundo te necesita, la patria te necesita, la sociedad te necesita. Vos tenés algo que aportar. No pierdas la conexión.

Los jóvenes del Evangelio que escuchamos hoy querían esa “señal” que los ayudara a mantener vivo el fuego en sus corazones. Esos jóvenes que estaban ahí con Juan Bautista, querían saber cómo cargar la batería del corazón. Andrés y el otro discípulo que no dice el nombre, y podemos pensar que ese otro discípulo somos puede ser cada uno de nosotros- buscaban la contraseña  para conectarse con Aquel que es “Camino, Verdad y Vida” (Jn 14,6).

A ellos los guió Juan el Bautista. Y creo que ustedes tienen un gran santo que les puede hacer de guía, un santo que iba cantando con su vida: “contento, Señor, contento”. Hurtado tenía una regla de oro, una regla para encender su corazón con ese fuego capaz de mantener viva la alegría. Porque Jesús es ese fuego al cual quien se acerca queda encendido.

La contraseña de Hurtado para reconectar, para mantener la señal era muy simple. ¿Seguro ninguno de ustedes trajo un teléfono, no? Me gustaría que la anotaran en el teléfono. -si se animan yo se las dicto- Hurtado se pregunta  –esta es la contraseña- “¿Que haría Cristo en mi lugar?”. Los que puedan, anótenlo.

¿Qué haría Cristo en mi lugar? En la escuela, en la universidad, en la calle, en casa, entre amigos, en el trabajo; frente al que le hacen bullying: “¿Qué haría Cristo en mi lugar?”. Cuando salen a bailar, cuando están haciendo deportes o van al estadio: “¿Qué haría Cristo en mi lugar?”. Esa la contraseña, la batería para encender nuestro corazón y encender la fe y la chispa en los ojos. Que no se les vaya.

Eso es ser protagonistas de la historia. Porque queremos contagiar

esa chispa en tantos corazones apagados, opacos que se olvidaron de lo que es esperar, en tantos que son “fomes” y esperan que alguien los invite y los desafíe con algo que valga la pena. Ser protagonistas es hacer lo que hizo Jesús. Allí donde estés con quien te encuentres y a la hora en que te encuentres: “¿Qué haría Jesús en mi lugar?”. ¿Cargaron la contraseña? Y la única manera de no olvidarse de la contraseña es usarla.

Si no les va pasar –esto es de mi época, pero por ahí saben algo- lo que les pasó a los tres chiflados en aquel film que arman un asalto, un robo a una caja fuerte. Estaba todo pensado, y cuando llegan se les olvidó la contraseña. Se les olvidó la clave. Sino usan la contraseña se la van a olvidar. Cárguenla en el corazón. ¿Cómo era la contraseña? Repítela y úsenla. ¿Qué haría Cristo en mi lugar?

Esto todos los días. Llegará el momento en que la sabrán de memoria, y llegará el día en que sin darse cuenta, el corazón de cada uno de  ustedes latirá como el corazón de Jesús.

No basta con escuchar alguna enseñanza religiosa o aprender una doctrina; lo que queremos es vivir como Jesús vivió. ¿Qué haría Cristo en mi lugar? Traducir a Jesús a mi vida. Por eso los jóvenes del Evangelio le preguntan: “Señor, ¿dónde vives?”; ¿cómo vives? ¿Yo le pregunto a Jesús? Queremos vivir como Jesús, El sí que hace vibrar el corazón.

Hace vibrar el corazón y te pone en camino de riesgos. Arriesgarse, correr riesgos. Queridos amigos, sean valientes, salgan “al tiro” al encuentro de sus amigos, de aquellos que no conocen o que están en un momento de dificultad.

Vayan con la única promesa que tenemos: en medio del desierto, del camino, de la aventura, siempre habrá “conexión”, existirá un “cargador”. No estaremos solos. Siempre gozaremos de la compañía de Jesús, de su Madre y de una comunidad. Ciertamente una comunidad que no es perfecta, pero eso no significa que no tenga mucho para amar y para dar a los demás.

¿Cómo era la contraseña. Todavía la conservan.

Queridos amigos, queridos jóvenes se los pido por favor: sean ustedes los jóvenes samaritanos que nunca abandonan a un hombre tirado en el camino.

En el corazón, otra pregunta: ¿Alguna vez abandoné a alguien tirado en el camino? Un pariente, un amigo, amiga. Sean samaritanos, nunca abandonen a un hombre tirado en el camino.

Sean ustedes los jóvenes cirineos que ayudan a Cristo a llevar su cruz y se comprometen con el sufrimiento de sus hermanos. Sean como Zaqueo, que transformó su enanismo espiritual en grandeza y dejó que Jesús transformara su corazón materialista en un corazón solidario. Sean como la joven Magdalena, apasionada buscadora del amor, que sólo en Jesús encuentra las respuestas que necesita. Tengan el corazón de Pedro, para abandonar las redes junto al lago. Tengan el cariño de Juan, para reposar en Jesús todos sus

afectos. Tengan la disponibilidad de nuestra madre, la primera discípula, para cantar con gozo y hacer su voluntad.

Queridos Amigos, me gustaría quedarme más tiempo. Los que tienen teléfono agárrenlo en la mano. Es un signo para no olvidarse de la contraseña. ¿Cuál era la contraseña? Así reconectan y no se quedan fuera de banda.

Gracias por este encuentro y gracias por la alegría de ustedes.

Gracias, muchas gracias y les pido por favor: “no se olviden de rezar por mí”. Gracias.

 

BENDICIÓN, REGALO A LA VIRGEN Y DESPEDIDA.

Tras su emotivo mensaje, el Santo Padre invitó a la muchedumbre a rezar el Padre Nuestro con los brazos extendidos, y luego impartió la solemne bendición, hecha en esta ocasión con la Cruz de Chile.

Seguidamente el Papa Francisco realizó un simbólico regalo a la histórica Imagen de la Virgen del Carmen venerada en este lugar, un rosario, que colocó en su mano derecha, tras lo cual realizó una pequeña oración y un gesto de fidelidad con la Madre de Dios.

Finalmente el Sumo Pontífice saludó a diversos invitados y a un grupo de jóvenes discapacitados, ubicados en un lugar preferente, y luego abordó el auto cerrado, en el cual, en medio de los vivas y aclamaciones, hizo abandono del recinto.

 

UN PUEBLO QUE DESCONOCE, IGNORA Y OLVIDA SU HISTORIA, SU PASADO, SUS ANCESTROS, SUS COSTUMBRES, SUS PERSONAJES, SUS INSTITUCIONES, SU CULTURA Y SUS TRADICIONES, ES UN PUEBLO SIN ALMA, SIN IDENTIDAD, SIN COMPROMISO, SIN ARRAIGO, SIN PERTENENCIA Y SIN FUTURO…

Las fotografías que se insertan y acompañan la presente crónica, provienen de los registros y archivos de RAÍCES MAIPUCINAS, Iglesia de Santiago y Servicio de Prensa de la Santa Sede.

Se invita a compartir, difundir y comentar este sitio y sus contenidos. Visite nuestro Facebook RAÍCES MAIPUCINAS, y escríbanos a nuestros correos: raicesmaipucinas@gmail.com y raicesmaipucinas@vtr.net

Las imágenes que se insertan en la galería siguiente, al pie de este artículo, al ‘pincharlas individualmente’, se pueden observar en un tamaño mayor, pudiendo conocerse a la vez su significado y contenido, a través del pie de lectura respectivo.